Comentario
Los italianos, una vez despiertos de la pesadilla, recurren al arte para olvidar esos años negros y el problema principal allí es el compromiso de los artistas.En Italia había una tradición de realismo, que en el siglo XX había producido el Novecento, el arte fascista y un movimiento realista en Milán, Corrente, fundado en 1939 por marxistas en su mayor parte y en el que estaban Renato Guttusso y Giacomo Manzú. Algunos de ellos forman en 1947 un Fronte Nuovo delle Arti, y exponen arropados por textos de Venturi y Argan.Guttuso (1912-1987) hacía una pintura realista, de protesta política y social, desde los últimos años treinta y Manzú (1908), un escultor autodidacta, trabajaba en relieves que descendían de la mejor tradición del renacimiento italiano, pero con un carácter fuertemente crítico; durante la guerra, hacía relieves de Crucifixiones en las que el verdugo llevaba casco alemán. También Marino Marini (1901-1980), un escultor que no entró en ningún grupo de vanguardia, se mantuvo dentro de los cauces del realismo y no fue ajeno a la historia de la escultura. Desde la segunda mitad de los años treinta esculpió Jinetes, pero su dedicación principal se produjo después de la guerra. Con este tema Marini sigue una tradición de siglos en la escultura occidental -como F. Bacon con los trípticos-; sin embargo, no se trata en su caso de caballos poderosos ni jinetes apuestos. Lo que esculpe Marini es lo que vio durante la guerra, los campesinos de Lombardía huyendo de las bombas en sus caballos de labranza, fuertes y pesados, como ellos mismos -ni apuestos ni nobles- y asustados por igual. No hay heroísmo sino angustia en estas esculturas de "significado trágico y humano", como escribió su autor. Con todo ningún pintor ni escultor comprometido con el realismo en Italia alcanzó los niveles de calidad e interés que lograba el cine neorrealista.Pero no todos los italianos estaban por el realismo. En 1946 Emilio Vedova (1919) y Ennio Morlotti (1910) afirman en un manifiesto titulado "Oltre Guernica, pintar y esculpir son actos de participación en una realidad total de los hombres, en un lugar y un tiempo determinados, realidad que es contemporaneidad y que, en su desarrollo, es historia". Son partidarios del compromiso, de la historia, pero no del academicismo, aunque sea picassiano. Fieles a estas ideas y con el ejemplo del expresionismo abstracto y el informalismo, Vedova pinta Campos de concentración en 1949 y 1950, a base de líneas, ángulos y abundante uso del color negro.